El fascinus o fascinum es la personificación del falo divino en la magia y religión de la Antigua Roma.

La palabra tambien  se refiere a la deidad Fascino (Fascinus), a efigies y amuletos del falo y a hechizos utilizados para invocar su divina protección (Apotropaico). 

El historiador del siglo I d.c Plinio el Viejo nos confirma que “toda la gente temía a los hechizos y a las tablas de maldición”, era de gran popularidad la práctica griega y romana de las defixionum tabellae , practicas de maldiciones en las que se invocaba a demonios y espíritus para que castigasen a cualquiera. Las más de 150 defixionum tabellae halladas en el área del mediterráneo (desde los tiempos de Homero siglo VIII a.C hasta bien entrada era cristiana) muestran que fueron escritas por personas pertenecientes a todas la clases sociales, a todos los niveles culturales y a ambos sexos.

Plinio el Viejo dice de el fascinum que es «un medicus invidiae», un «doctor» o remedio para la envidia  o el mal de ojo.

Los amuletos fálicos, a menudo alados, fueron omnipresentes en la cultura romana, en joyas, tintinnabulum, lucernas, campanillas… Y utilizados ampliamente. Nos llama la atención, en la actualidad, su uso en las camas de niños o como colgantes en las legiones. La protección contra el mal de ojo y las maldiciones era algo muy serio en real de la vida en Roma.

Las vestales encargadas de mantener el fuego sagrado de Vesta y responsables en gran medida de la pax deorum, guardaban asimismo el culto al «fascinus populi Romani», la sagrada imagen del falo, que era uno de los símbolos de seguridad del estado.

Aunque no solo encontramos penes alados en estos amuletos. También encontramos de «figa», símbolo que representa al igual que la venera (concha de Santiago) el sexo femenino. 

En esta línea tenemos que hacer mención, para ampliarlo en posteriores entradas, a las representaciones de Baubo cuyo origen es muy anterior a la creación de Roma y que encontramos en diversas culturas orientales.

Aparece en la mitología asociada a Deméter en el momento del relato donde está buscando desesperadamente a su hija Perséfone. Baubo introduce un elemento poderoso y de ruptura que aún nos da lecciones hoy en dia: la risa.

Amuletos Apotropaicos
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